Zonas Erógenas (Mujer)

En el cuerpo de la mujer existen unas zonas, habitualmente denominadas erógenas, que son especialmente sensibles a ciertos estímulos y cuya acción sobre ellas despierta una respuesta placentera y gratificante, produce una excitación sexual y, consecuentemente, activa el instinto y despierta el deseo.

De estas zonas, unas pueden considerarse erógenas por excelencia como el clítoris, los labios genitales, la vagina y los senos. Otras, en cambio, no están relacionadas con los genitales, como el cuello, la boca, las orejas y el vientre.

Al igual que en el hombre, las zonas erógenas genitales de la mujer contienen gran cantidad de terminaciones nerviosas cuya misión es recoger toda la información tactil y llevarla al cerebro, donde será procesada y se convertirá en sensaciones placenteras. En este sentido el clítoris merece una mención especial, ya que el tejido que lo forma es basicamente similar al del pene masculino, incluyendo también un cuerpo cavernoso que, durante la excitación sexual, aumenta de tamaño al mismo tiempo que el flujo de sangre. Por tanto, el clítoris es también un órgano eréctil que tiene su origen en las mismas estructuras embrionarias que el pene del hombre.

La vagina constituye también una zona érogena primaria. Es necesario que la mujer se encuentre ya algo excitada para que la vagina adquiera ya todo su potencial erógeno porque requiere una buena lubricación para poder ser estimulada de forma óptima. Parece ser que es el tercio inicial de la vagina el que está especialmente inervado para recoger las sensaciones. Otra característica de la vagina relacionada con el potencial erógeno es que algunos autores han situado en ella un punto especialmente erógeno denominado punto G.

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