Nada. Que él llega al orgasmo en unos minutitos, se queda tan ancho y tú nada. Aquí te proponemos unos consejillos para alargar la situación el máximo tiempo posible.
Cuando seguís un ritmo muy acelerado y notas que tu chico está a punto de caramelo, no te cortes, utiliza la siguiente técnica para que no acabe la diversión: retírate. Mueve tu pelvis y da rodeos (bésale el cuello, acaricia todo su cuerpo con sensualidad, besa sus pies –si no te da asquete-) y después recupera el tiempo perdido. Eso sí, no tardes tampoco una hora porque entonces sí que será total el parón para los dos. También debes oprimir durante unos segundos el frenillo y presiona el glande con los dedos, eso hará que él relaje la zona y pueda controlarse mejor.
¿No funciona? Ya se sabe, no todo es infalible. Toca el espacio que está entre su culo y su pene y haz un poquito de presión. Según los sexólogos, de esta forma se alivia la próstata y así se puede controlar mejor la eyaculación de tu pareja.
Si tu pareja pertenece al grupo de los superveloces, puede que todo esto no te sirva de nada. Huye de la posición clásica del misionero (esa, la de toda la vida) y colócate en una en la que seas tú quien domina (sentada sobre él). ¿Que quieres más opciones? Échale un vistazo al kamasutra y busca cualquier postura en la que él no pueda dominar. Así serás tú la directora, marcarás el ritmo y decidirás cuándo parar.
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